Esta noche busco algo que me ayude a sobrevivir en mi diluvio personal, el mar de lagrimas arrasó con todo y me quedé vacía y sin un arbolito que pueda sostenerme. Mi ciudad perfecta de frutas y azúcar se perdió, ahora es sólo una mancha en el mapa; azúcar y sal, flores mustias. Al amanecer camino entre mis ruinas, mi sol presentó su carta de renuncia, mi luna una demanda por malos tratos. Mi casita de galletas de jengibre esta mojada y arrasada, ya no están sus habitaciones que construí con sueños y amor limpio, y sus pisos de deseo nuevo tienen huellas de pies que no vi entrar. El silencio es sofocante y el frío me entumece los dedos. Quisiera robarte media vida para mi, quisiera tenerte de nuevo y modelarte como barro entre mis dedos para que seas perfecto para mi; ayer te vi correr por un camino lejano a mi mundo persiguiendo tus recuerdos, y te cansaste. Sentado a la orilla del camino te vi, instantaneas felices, quieres ayudarme a reconstruir mi mundo. Pero yo ya no estoy segura de querer que seas tu quien ponga rosas sobre mi almohada, me da miedo que invites a alguien a iniciar una estampida que destruya mi mundo; no estoy segura de que seas tu de quien quiero caminar de la mano por mi jardin, tengo miedo de tus miedos y de lo que no sabes. Ahora sobrevuelan mi ciudad antiguas aves de rapiña, visten plumas blancas y brillantes y me invitan a mudarme a un nuevo lugar. Ya no quiero creer en nada. Ahora le tengo miedo a las ruinas.