En la oscuridad de la pequeña noche humana
La loca de la casa enciende velas.
Rosa Montero.

Sí, me han dicho que estoy loca. Todo el mundo en algún momento ha sido merecedor de semejante adjetivo cuando tiene un chispazo glorioso de imaginación. Señor Jaramillo que cuenta la vida y la locura o la locura de la vida en poemas y se ríe de la muerte en sus versos con brillante ironía, ¿qué sería de un mundo sin locos?

“Y, hay que estar loco. Si no se está loco no se es nadie.”

Y no es lo mismo un loco que un paciente psiquiátrico, mire que los locos somos bichos inofensivos. No vilipendiamos la moral de nadie con gritos ofensivos pero sí con nuestras ideas, no escupimos viscosos espumarajos pero intentamos volvernos artistas para escupir nuestra hiel amarga en la cara fea del mundo.

“Pero, si se ha sabido enloquecer, se puede ser un gran poeta, o un artista. Y ser poeta es más que ser artista.”

Los locos no queremos ni podemos estar en paz, esperamos no nos encierren porque si nuestra locura nos da para hacerle un huequito a nuestro nombre en el mundo dejaremos de ser locos para convertirnos en artistas. ¡Que yo no quiero ser poeta! Los poetas –los buenos poetas- que he llegado a leer viven o vivieron en perenne embriaguez de drogas y licores. Baudelaire, mascó hierba y se perdió en los vapores del ajenjo para irse a morir pobre e incapacitado en un sanatorio. Y lo nombro sólo a él porque la mayoría de las historias de los poetas son muy parecidas.

“Hoy la libertad de ser uno mismo se ha refugiado en los manicomios.”

El loco siempre dice la verdad, y se arriesga. Los locos mueven al mundo (aquí no me incluyo pues no he logrado mover nada), muchos han seguido el ideal de un loco que nadie pensó que estuviera loco. Y tenemos guerras, revoluciones, armas suficientes para borrar todo vestigio de humanidad de la Tierra. Lo bueno de ser loco es que uno nunca olvida, quizás sea eso un factor mas de la locura. Además de las ínfulas de grandeza.

“El cadáver de Napoleón reveló que su pene era pequeñito, infantil.”

Irónico, los grandes personajes que recordamos fueron seres insignificantes pero con grandes complejos pero contra los que lucharon y en el camino se ganaron la gloria y la posteridad. Movieron masas, movieron al mundo. Dijeron de Bolívar que fue enano y afeminado, poco le faltó para hacerse un imperio. Esperemos que otros no logren perpetuar sus ínfulas a costa de la vida y el futuro de su pueblo. Los dictadores son los locos mas peligrosos pues sólo ven la belleza en el poder.

“Ellos, los lucidos, dejadlos. Alguien tiene que cargar con Esto.”

En algún lado leí que lo más cercano a la locura es la infancia. La loca de la casa –la imaginación, en palabras de Santa Teresa de Jesús- anda suelta y no se conforma con asomarse por el balcón sino que se adueña de todo el ámbito y hace de las suyas. No deberíamos sorprendernos con las ocurrencias de los niños ya que su imaginación esta libre por ahí agazapada observando, pero educar a un niño es la dura labor de padres y maestros de amarrar a la loca, cortarle los pies y cegarla para que el niño sea un adulto de provecho. Afortunadamente mis padres dejaron a mi loca en paz y ahora se arrepienten porque la loca quiere ser escritora. Y debe ser algo que tenemos en común los que escriben y los que hacemos intentos de escribir, tenemos a una loca que nos dicta desde dentro de los oídos, y de alguna forma seguimos siendo niños.

“Porque la locura se da por falta de amor, la locura es falta de amor.”

Y el amor también es la locura. En nombre del amor se han dicho y hecho las peores insensateces (según los cuerdos), pero también es un estado de sublime embriaguez y felicidad. Desde el extremo del amor a la madre, hasta el amor por el amante el amor es una locura. Y es que el amor es un domador de leones, grillo y cadena, jaula que contiene y amansa a la furia y a la tristeza. El frenesí químico de un orgasmo o una canción empalagosa son cadenas que sujetan a los hombres (y no hablo del género humano). Definitivamente el amor no es cosa de damas, con todo respeto señor Jaramillo.

“El que lanzó la bomba, el que pisó la luna, no aspiraron al titulo de sabios sino al de locos.”

Los locos somos gente excéntrica, nos complacemos en marcar pauta, nos regodeamos en la rareza. Y ser el primero en pisar la luna o matar a miles en un minuto y seguir matándolos por generaciones es toda una proeza. Marcar pauta, ser diferente, atreverse. Ese es el loco. El poeta maldito, el artista errante. “No son los sabios sino los locos los que le han dado el bote al mundo”, tiene razón señor Jaramillo.

No quiere usted hablar de aquel que “descubrió América” y es mejor no hablar de los europeos que nos otorgaron el título de tercer mundo.

“Es que los que vivían aquí estaban en tinieblas, vivían aquí en una tierra cubierta, sin saber que estaban aquí, estaban esperando que vinieran los europeos a decirles que ellos vivían en América?.”

Lo mas probable es que no, señor poeta bárbaro, pero no deteste a toda Europa por una horda que llego hace siglos rebozante de ignorancia medieval, hoy sus remotos descendientes dan cuerda a nuestra vida moderna sin plumas, ni flechas. Los defiendo sin saber si en alguna rama muy alta de mi árbol familiar alguien llego a América antes que mis antepasados más inmediatos que llegaron huyendo del hombre y de la guerra en el siglo pasado.

“¡Preparemos nuestra locura!”. ¡A la orden señor poeta!




P.S.: El señor poeta es Jaime Jaramillo Escobar. Escribi basandome en el poema Maestro de Locura.